Los deportistas paralímpicos Maurice Ekchard, Mónica Merenciano, Héctor Álvarez y Héctor Cabrera, estudiantes de la Universitat de València y pertenecientes a la Cátedra Divina Pastora de Deporte Adaptado de la Universitat de València, regresaron la pasada semana de Río de Janeiro donde compitieron, del 7 al 18 de septiembre, en los Juegos Paralímpicos. Ninguno volvió con medalla, pero Eckhard, Merenciano y Cabrera estuvieron cerca. Forman parte de esos 44 deportistas de la delegación española que se han traído un diploma paralímpico que acredita que están entre los mejores ocho deportistas del mundo en su especialidad.
Rosa Laparra, miembro de la Comisión Mixta de la Cátedra Divina Pastora de Deporte Adaptado de la Universitat de València, estuvo conversando el pasado martes con estos cuatro deportistas sobre su experiencia en estos Juegos Paralímpicos.
Para el lanzador de jabalina, Héctor Cabrera, Río 2016 han sido sus primeros Juegos Paralímpicos. Regresa con dos diplomas paralímpicos (quinto en jabalina y octavo en lanzamiento de peso): “Son mis primeros Juegos y no me vuelvo con las manos vacías. Un diploma es muy importante. Al final, todos los deportistas sabemos que no tener una medalla supone no tener nada, pero para nosotros un diploma no supone no tener nada. Es un diploma paralímpico que demuestra que estoy entre los ocho mejores paralímpicos de estos cuatro años y eso no es una tontería”.
Cabrera era consciente de la dificultad de lograr la medalla y, tras la competición, señala que quizás pecó de tener la moral demasiado alta: “El comienzo de la prueba lo recuerdo como el mejor comienzo que podía tener, lanzando incluso por encima de 63 metros. Luego, entre la barbaridad de gente que había en las gradas, ser mis primeros Juegos y verme tan bien porque incluso me veía para lanzar 65-66 metros, me puse muy tenso. Quise lanzar más de lo que debería haber lanzado. La conclusión que sacamos es que no disfrutamos de la prueba y si no disfrutas, te vas a pique, que es lo que me pasó. Tengo que cogerme las pruebas con más tranquilidad”.
La judoca Mónica Merenciano ha vivido en Río sus cuartos Juegos Paralímpicos. En esta ocasión, no pudo volver con un Bronce como en sus tres citas paralímpicas anteriores, pero se muestra satisfecha con su quinto puesto. “Estuve cerca de la medalla. Tras la lesión que tuve, pude recuperarme y llegar a Río. Clasificarse para unos Juegos ya es difícil, por lo que el diploma es una satisfacción muy grande. Obviamente te da tristeza porque podía haber sido medalla, pero estoy contenta con lo conseguido”.
En este sentido, añade que de su participación en Río se queda “con las buenas sensaciones y con las ganas que competí, junto con toda la gente que me apoyó”.
Para su compañero de la Cátedra Divina Pastora de Deporte Adaptado de la Universitat de València, el ciclista Maurice Eckhard también fueron sus cuartos Juegos Paralímpicos. Ekchard se quedó a solo cinco segundos del bronce en la Contrarreloj, una prueba que, según comenta, fue una de las mejores contrarrelojes que ha hecho.
“Mi balance es positivo. Quedarme a solo cinco segundos del bronce me demuestra que puedo seguir luchando y peleando”, destaca el ciclista paralímpico, quien añade “este diploma es un éxito porque he tenido una temporada muy complicada para mí. Después de varias caídas en las dos Copas del Mundo, pude levantarme durante los meses de verano, entrenar a conciencia y quedarme solo a cinco segundos del tercer puesto. Visto, desde la distancia, es una recompensa a mucho esfuerzo”.
Por su parte, el regatista Héctor Álvarez califica su primera experiencia paralímpica como “increíble”. Ha conseguido disputar sus primeros Juegos Paralímpicos solo dos años y medio después de empezar en este deporte. Unos problemas en el barco les alejó del resultado esperado: “El tercer día, en la primera regata estábamos entre los tres primeros y justo ese día, el día que mejor íbamos, se nos rompió un grillete. Esto ya nos desmotivó y nos pasó factura. Creo que fue un punto de inflexión. Finalmente, tras las once regatas, acabamos en el puesto 14”.
A pesar de no lograr el objetivo con el que viajaron a Río, explica que las sensaciones fueron muy buenas: “Tenemos la espinita clavada por el resultado, pero estamos muy contentos porque hemos podido navegar con la gente que va por delante y, además, hemos tenido muy buenas sensaciones a pesar de llevar poco tiempo navegando juntos”.
De su experiencia en Río 2016 todos destacan la ceremonia de apertura y la necesidad de que todos los países compitan en las mismas condiciones. “Hay países que por cuestiones económicas llevan, por ejemplo, sillas de ruedas peor equipadas y de peores materiales que el resto y eso perjudica a sus deportistas. Si de verdad los Juegos Paralímpicos son iguales para todo el mundo, ¿por qué se dan estas situaciones?”, reflexiona Héctor Cabrera.
Ahora, toca ir pensando ya en el nuevo ciclo olímpico y en su participación en Tokio 2020. Todos coinciden en lo mismo, en la necesidad de impulsar el deporte paralímpico en España, al igual que se hace en otros países europeos.
“Cada vez hay más nivel en los Juegos Paralímpicos. Deportistas de otros países tienen apoyo económico y medios sociales que en nuestro país no existe”, señala Cabrera. En este mismo sentido se expresa Héctor Álvarez quien destaca que “se debería fomentar el deporte paralímpico en los colegios. Se debería invertir desde la base para que la gente pueda formarse desde abajo. La clave está en conseguir que la gente con discapacidad tenga más opciones de practicar deporte paralímpico”.
La Cátedra Divina Pastora de Deporte Adaptado de la Universitat de València tiene como objetivo el fomento del estudio, la investigación, los hábitos saludables y el debate sobre el deporte adaptado, así como la transferencia de conocimiento a las empresas y a la sociedad civil. También promueve los estudios reglados (máster u otros), la organización de seminarios, cursos, conferencias y la convocatoria de becas, premios y concursos, todos ellos relacionados con el deporte adaptado.